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9 de febrero de 2012

SOPA SIN SERVIR - Artículo para Usuario Digital


Este artículo salió publicado en la revista "Usuario Digital" que pueden descargar acá. De hecho, es mi primer artículo sobre tecnología que ha sido publicado, y espero que sea uno de varios =)
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SOPA SIN SERVIR 
Las sutiles diferencias entre “compartir” y “piratear” 

Me cuesta mucho empezar este artículo. Me cuesta porque debo conciliar entre la libertad y la ley. Me cuesta porque, a costa de las susceptibilidades de quien lee estas líneas, debo encontrar el argumento que defina el acierto y el error de una ley que intentó - de la peor manera - vulnerar los legítimos derechos online de compartir y difundir; pero que buscó – de la peor manera también – acabar con el incontrolable flujo delincuencial del lucro en perjuicio de la obra e inversión de alguien más. Partamos de la pregunta: ¿es importante poner condiciones que defiendan los derechos de autor en Internet? La respuesta debería ser un rotundo y categórico Sí… pero creo que concilio más con el “depende” en la solución.

Depende del beneficio en las diferentes instancias del proceso. Dudo que muchos usuarios finales estemos a la altura del lucro de MegaUpload- entidad que fue cerrada por el FBI el 19 de Enero bajo los cargos de crímenes contra el derecho intelectual – o que ganemos millones de dólares subiendo o bajando ficheros de sus servidores. Existe, como es evidente, un conglomerado en la red que lucra descaradamente con la idea, obra y sudor de los autores oficiales; que merece una investigación pertinente y una sanción acorde con el delito. El usuario final está lejos de esos procesos oscuros que manejan presupuestos fantásticos, que alcanzan hasta para comprar aviones privados, como los del orgulloso fundador de MegaUpload, Kim DotCom.

Todos somos indulgentes con la piratería en Internet, y nos hemos vuelto indiferentes a las consecuencias que arrastra. Eso sí lo acepto. Pero el suponer que todos somos potenciales delincuentes y que censurando Internet esto se acaba, es un tremendo error. Uno de los errores en la confección de la ley SOPA – Stop Online Piracy Act - ha sido dejar de lado la manera en que Internet funciona. El modelo de distribución de contenidos y de cómo la gente adquiere cultura es muy distinto a los proceso que la actualidad de hace 10 o 15 años demandaba. Se sigue pensando en la regalía del físico, en la plusvalía de la cajita, en el presupuesto de la distribución. Internet y el ancho de banda canalizaron mejor las fórmulas de distribución efectiva, en base a las propias necesidades del usuario sin salir de casa.

Desde Napster la industria de distribución de contenidos dio un vuelco a las tiendas online de música, teniendo un inteligente empuje desde la mente de Steve Jobs, con el iTunes de Apple. Desde YouTube, la experiencia en video y los referentes de películas, series, documentales o programas de TV fueron formando el carácter de Video On Demand con el que vemos actualmente la televisión. La convergencia de medios ha permitido que nuestra vida se traslade a Internet: anécdotas, gustos, referentes, estilos, negocios y otros arrebatos sentimentales que se quieran añadir. El mundo no está pensando en extinguir una industria con la indiferencia del bolsillo cerrado, sino que está proponiendo una regla de juego por encima del gélido modelo actual: repartir contenidos sin depender de una empresa. Un Like en Facebook es el equivalente a ser el “portador” o “representante” de la marca ante sus iguales. Un tweet de crítica puede provocar que un disco nuevo de Lady Gaga o de Lee Ritenour se compre o se lapide. La base de este camino tomado por Internet en esta etapa es compartir experiencias. La vida 2.0 es simplemente el trasladar el mundo, tal y como lo conocemos, a la red; apoyándolo en links referenciales que contengan material.

Un ejemplo cotidiano sería el siguiente: para recordar mi último año de colegio, genero un slideshow de las fotos del viaje de promoción a Cusco y acompaño las imágenes con “Good Riddance” de Green Day… un montaje fantástico que colgaré en YouTube y luego postearé en Facebook o en mi blog. Eso es lucrar? Eso es ganar dinero succionando la vida del artista? A mí no me parece. Hace unos días atrás estuve revisando los cortos subidos como parte del proyecto Star Wars Uncut y me pareció una experiencia fascinante de cómo el crowdsourcing o “inteligencia colectiva” invierte esfuerzo, tiempo y creatividad en un proyecto sin fines de lucro. Como ésta, hay cientos o miles de experiencias similares, capaces de utilizar contenido de autor en discursos nuevos y sin ganar un centavo. Miremos a Wikipedia, a Wordpress, a tanto servicio online capaz de satisfacer la demanda de vida del usuario 2.0, obteniendo recursos propios sin ir contra el usuario. Algo que las viejas arrogantes de la industria del entretenimiento no conciben, por tener un modelo de trueque anacrónico.

Volviendo al punto principal de este artículo: ¿se puede determinar una diferencia precisa entre “compartir” y “piratear”? Claro que sí. Se llama DINERO. Ojo, no el dinero que la industria pierde por efecto de la piratería; sino el que, en base a las experiencias explicadas, no puede ganar de manera legal. Es más, un informe de la Government Accountability Office (GAO) ha cuestionado la versión sostenida por las empresas de la industria de entretenimiento y ha considerado que no hay conclusiones sólidas sobre los efectos financieros de la piratería en la economía de forma global. "La falta de datos obstaculiza los esfuerzos por cuantificar los impactos de la falsificación y la piratería", es una de las principales conclusiones del informe. Al parecer, muchos de los datos publicados son obtenidos en estudios elaborados por las empresas de entretenimiento y no por autoridades competentes, carentes de resultados propios. Esos informes carecerían de transparencia sobre la procedencia de las cifras, y podrían estar siendo base para refuerzo de lobbies en la agenda política.

Además, contraviniendo cualquier demanda por parte de la industria del entertainment, el informe de la GAO resalta los beneficios de la piratería en materia de innovación. "Algunos autores argumentan que las compañías que tienen pérdidas en una línea de negocio, como las películas, pueden incrementar sus beneficios relacionados con los negocios complementarios debido al aumento de la extensión de la marca", según el informe. "Por ejemplo, las compañías pueden incrementar sus beneficios debido a las ventas de merchandise que se basa en los personajes de películas cuya popularidad se incrementa con las ventas de las películas piratas", añade. Podemos ver, entonces, que el mundo no está siendo un leecher de la industria. Muy por el contrario, le está ofreciendo una hoja de ruta plagada de posibilidades.

Lamentablemente para la industria paquidérmica, los innovadores están del lado de Internet. Es el peligro de la ignorancia desde el poder; el riesgo de quien cree que para evitar que un hijo se enferme, hay que matarlo. El mercado ha cambiado, por primera vez, desde el usuario… y eso no le ha gustado a los grandes. Su indignación tendrá otros intentos vestidos de corbata y lenguaje sofista y de escritorio; y, mientras más se alejen de lo que el usuario quiere, más lejos estarán también del concilio.