Esta es mi última columna escrita para el semanario VelaVerde. Durante 27 números escribí en las páginas de tecnología, y siempre fue un placer. Gracias a Juan Carlos Tafur por la oportunidad brindada para escribir a un ritmo que nunca tuve, a Paola Miglio por ordenar y acoplar mis ideas en cada número, a César Bedón por la confianza y el ánimo permanente para arriesgarme en esta aventura, y al nuevo equipo de VV, pues espero que la publicación siga siendo un gran referente.
Microsoft nunca ha sido el barco más veloz del mar tecnológico. Mucho de esa lentitud mesozoica provino de quien tomó el timón de la empresa, tras la salida de Bill Gates a inicios de milenio. Steve Ballmer, quien dejará en un año la empresa de Redmond, ha sido el CEO que más tarde reaccionó a los cambios constantes de la demanda móvil y de consumo digital. Forbes lo condenó como “el peor CEO de los Estados Unidos”, acumulando errores como el teléfono Microsoft Kin, Windows Vista, el reproductor Zune, Windows Mobile y otros servicios que mostraban lo peor de la multinacional. Es tiempo que se vaya.
Ballmer no fue solo inepto, sino insolente y soberbio. Ha sido el líder tecnológico más desafortunado y necio de la industria en esta década, tiempo vital para forjar la industria de hoy. Cuando Apple propone el iPod como estándar de consumo multimedia, Ballmer ni se inmutó. Luego de varios años, Microsoft decide lanzar el “Zune” para meterse en el mercado que abrió Apple, y fracasa. En el 2007, tras el anuncio del iPhone, Ballmer lanza una profecía de magnitudes similares a su torpeza gerencial: “(El iPhone) no tenía oportunidad para ganar una cuota de mercado significativa". Años después, Microsoft propone su gran respuesta en el mundo móvil: el Microsoft Kin, equipo que en mes y medio vendió 503 unidades. Frente al iPad, tropezó con la misma roca y lanzó el Surface con Windows RT, sumando otro fracaso en ingresos.
Los golpes que recibió Ballmer, fuera de nutrirlo en experiencias aprovechables, lo arrinconaban en el error. Tardó casi 5 años en entender que el mercado de las PCs estaba retrayéndose peligrosamente, y que la nueva era de los Smartphones llegaba a quedarse. Tras admitir equivocaciones con Windows Mobile 6.5, Microsoft tuvo la capacidad de reinventar su presencia móvil con Windows Phone, que luce moderna y que hoy ya ocupa el tercer lugar en la carrera de ecosistemas de bolsillo.
Problemas aparte, hay que darle crédito a Steve Ballmer en algunas cosas. A pesar de la tardía reacción, Microsoft está alejándose del estigma ”PC para trabajar” y se está acercando a una percepción algo más cool. Windows 8 no es un entorno soso y carente de visión, sino que cimenta la lavada de cara de la compañía. Ballmer, algo tarde, le dio personalidad a Microsoft en esta década. Lamentablemente, su aporte no puede ir más allá de esta revolución de interfaz. Él sabe que es necesario un cambio. Creo que todos lo sabemos.
A partir de ahora, el reto de Microsoft es volver a encajar de manera fresca en el dinamismo de la tecnología. La cantidad de proyectos crecientes y empresas que se consolidan velozmente en la Internet de hoy, han dejado a la empresa con una desventaja enorme en adopción de tendencias. Windows 8 fue “demasiado ambicioso”, y en tecnología puede ser un error fatal. La perspectiva dinámica de un CEO joven, con costumbres de consumidor moderno y que no decline a competir con jóvenes monstruos de la industria, como Facebook o Google, debe ser la gran revancha que Microsoft tenga para no alejarse de la competencia, años luz adelante. Microsoft tiene el arsenal para hacerlo. Con Ballmer, Microsoft llegó tarde a la fiesta. Con otro CEO, el gigante de Redmond puede hacer su propia fiesta.
A pesar de su salida, aún podemos recordar al viejo con cariño =)
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